Yacía tirado en el piso cubierto de sangre. Estaba atado de pies y manos, y le habían arrebatado la vida de un certero machetazo atrás de la cabeza, que exponía a la vista la masa encefálica. La causa por la que lo mataron se desconoce, pero las líneas apuntan a que fue victimado por su propio compañero de trabajo.
El occiso era conocido como Eusebio, que contaba con 50 años de edad. Era padre de dos niños, y a últimas fechas, trabajó en una tortillería en la colonia Canteras. Estaba separado de su mujer, quien tenía la patria potestad de los niños, quienes vivían con ella en el municipio de Reforma.
El dueño de la tortillería “Tortillería Alen”, Lenin González Suárez, comentó que el occiso trabajaba como maquinista en su local, junto con otra persona de nombre Eliseo, de 23 años de edad.
González Suárez, dijo que el domingo 25 de julio había llegado poco después de las 6:30 de la mañana, pero que se le hizo muy raro no encontrar funcionando la tortillería.
Dijo que siempre que llegaba al local, encontraba las luces prendidas, pero esta vez no, además de que encontró la reja abierta, cosa que nunca pasa, y la puerta cerrada.
Cuando entró vio mucha sangre regada en el suelo, y al llegar al baño, frente a uno de los cuartos, encontró el cuerpo de Eusebio.
El propietario aseguró que el cuerpo estaba atado de pies y manos, y que antes de ser asesinado de un machetazo, presuntamente lo habían golpeado.
Era poco conocido
Lenin González Suárez, dueño de la tortillería donde trabajaba Eusebio, dijo que no lo conocía muy bien, ya que lo había contratado hace tres semanas.
Y es que sus empleados anteriores lo “botaron” de la noche a la mañana y su tortillería no estaba funcionando, pero debido a que conocía gente que trabaja en su ramo, rápido encontró gente.
Uno de sus motociclistas fue quien lo contactó con Eusebio, quien había venido a la capital a probar suerte, pero como no conocía a nadie, vivía en un albergue conocido como “Una noche digna”.
Como vio que era buen empleado le ofreció quedarse a vivir dentro de la tortillería y así lo hizo.
Eusebio, en su afán de ayudar a Eliseo, a quien conoció en el albergue, lo presentó con su patrón y este le ofreció empleo como “chalán”. También lo dejó quedarse a vivir en el local.
Una empleada del local, la despachadora quien omitió su nombre, narró que en pocos días se llevó más con el occiso, que con Eliseo.
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